RAYAS
Líneas en blanco y negro tanto verticales como horizontales
se hace protagonista en esta primavera-Verano con mucho estilismo y elegancia en las tendencias femeninas (en su mayoría pantalones)
Con mucho
estilismo y elegancia, grandes firmas se hacen presentes en esta tendencia
revolucionándolas de forma vertical y bien ancha. Ya que en el estudio
realizado por científico de la
Universidad de Cambridge Peter Thompson
puso en manifiesto una de las reglas
sagradas de la moda, advirtiendo que las
rayas verticales en el vestuario, genera un efecto visual de adelgazamiento a
lo contrario de las rayas horizontales.
Las rayas de combinación neutras serán las ruinas de los d outfits en
esta temporada y tiendas como ZARA, ASOS, TOPSHOP, entre otras ya están lista
para darnos las mejores opciones a la hora de adquirir un MUST-HAVE.
Diseñadores Claves Ángel
Schlesser givenchy Robert Geller
LAS MISTERIOSAS RAYAS
Las telas a raya tienen un gran pasado de prejuicios no muy grato ya que En un ensayo realizado por el especialista en
historia Michel Pastoreau revela que las figuras que mayores probabilidades
tenían de lucir rayas en la literatura y la iconografía de la
Edad Media eran las prostitutas, los verdugos, los traidores, las mujeres
adúlteras, y los sirvientes codiciosos.
A los efectos de ilustrar el inveterado prejuicio que conformó los inicios de las rayas, Pastoreau describe los acontecimientos que tuvieron lugar tras el regreso de San Luis (el rey Luis IX) a Francia luego de cuatro desalentadores años en Tierra Santa.
En el transcurso de su fallida cruzada, San Luis había conocido a algunos discípulos de la orden carmelita, monjes mendicantes a quienes se reconocía de inmediato debido a sus capas rayadas. Vestimenta que homenajeaba, según cuenta la leyenda, a la capa chamuscada que el profeta Elías lanzó desde el carro de fuego que lo llevó al cielo.
A invitación del rey, los carmelitas volvieron
con él a Francia en el verano de 1254. Sin embargo, a pesar de su protección,
las capas rayadas de los mendicantes causaron tal indignación en
París, que se los recibió con burlas e insultos. En los años siguientes el
escándalo adquirió tales proporciones que el Papa Alejando IV ordenó a los
carmelitas que evitaran las rayas. Estos se negaron. La batalla
prosiguió a medida que se sucedían los papas hasta que convencieron a los
religiosos de que adoptaran hábitos blancos.
Al tiempo que se privaba a los carmelitas de la vestimenta que ellos habían elegido, se obligaba a otros a usar rayas como advertencia de su dudosa categoría, cosa que invitaba a los demás ciudadanos a apartarse. Pastoreau cita leyes que proliferaban tanto en el norte germánico como en el sur de Europa, las cuales recomendaban la ropa rayada paraindeseables sociales como leprosos y herejes.
El Renacimiento concedió a las desafortunadas rayas un breve respiro de tanta ignominia y jugó incluso con su utilidad como elemento de diseño. Francisco I de Francia decidió que Clouet lo pintara vestido a rayas; Holbein retrató a Enrique VIII con similares vestiduras. Todo esto, sin embargo, no pasó de un mero flirteo.
Las
rayas solo consiguieron poner un pie vacilante en el Viejo Mundo, por lo que
emigraron a las costas americanas. Una vez que la rebelión norteamericana
adoptó las rayas como símbolo de libertad, estas hicieron una
entrada triunfal en Europa. La Revolución Francesa se identificó hasta tal
punto con las rayas, que en la memoria quedaron unidas de manera indisoluble al
símbolo tricolor. Incluso los ingleses, contra quienes se había esgrimido la
raya revolucionaria original, empezaron a usar rayas en vestidos, levitas,
chalecos, medias, cintas y todo otro accesorio que se considerara adecuado
agregar al atuendo.
A pesar de la rehabilitación histórica de las rayas, su carácter marginal persistió: hasta bien entrado el siglo XX, las rayas se consideraban de rigor para los presos. Al mismo tiempo, también empezaron a adquirir nuevos significados. Pastoreau describe el rayado higiénico que se introdujo para ropa íntima como los pijamas; el rayado festivo, usado a menudo en la ropa infantil o los juguetes; y la raya náutica, que no tardó en adoptar la indumentaria playera. "En vísperas de la Primera Guerra Mundial", señala, "prácticamente no quedaba playa europea que no se hubiera convertido en un muestrario de rayas".
A pesar de la rehabilitación histórica de las rayas, su carácter marginal persistió: hasta bien entrado el siglo XX, las rayas se consideraban de rigor para los presos. Al mismo tiempo, también empezaron a adquirir nuevos significados. Pastoreau describe el rayado higiénico que se introdujo para ropa íntima como los pijamas; el rayado festivo, usado a menudo en la ropa infantil o los juguetes; y la raya náutica, que no tardó en adoptar la indumentaria playera. "En vísperas de la Primera Guerra Mundial", señala, "prácticamente no quedaba playa europea que no se hubiera convertido en un muestrario de rayas".
Pastoureau
es una autoridad en heráldica medieval y se desempeña como director de estudios
de la Ecole Pratique des Hautes Etudes de París. En un intento de comprender
por qué el mundo medieval se sintió agraviado ante la vestimenta
rayada de hombres dedicados a Dios, especula con que "el ojo medieval se
concentraba de manera particular en la lectura por capas. Una imagen se creaba
mediante la superposición de niveles sucesivos y, para leerla
de manera adecuada, era necesario —a diferencia de nuestros hábitos modernos—
empezar por el nivel inferior y, una vez atravesadas todas las capas
intermedias, terminar en el nivel superior.
Con las rayas, sin embargo, tal lectura no es
posible. No hay un nivel inferior y otro superior un color de fondo y otro de
superficie. Hay un solo nivel bicromático dividido en igual
número de rayas de colores alternados".
En la Edad Media, teoriza Pastoureau, las rayas evocaban asociaciones que estaban decididamente enfrentadas a lo que entonces se consideraba políticamente correcto. Para la mente medieval, la idea de la diversidady las rayas estaban estrechamente relacionadas. Destaca que el latín medieval a menudo usa como sinónimos las palabras "rayado" y "variado", y nos dice que la cultura medieval desaprobaba la variación: "La forma sustantiva de ''varietas'' sirve para designar engaño, maldad y lepra simultáneamente". En la actualidad consideramos que la diversidad es algo deseable y, como consecuencia de ese cambio de valores, el status de las rayas experimentó una revolución.
A pesar de la aparente singularidad del tema que aborda, The Devil''s Cloth (La ropa del Diablo), el libro de Pastoreau, se inscribe en el marco de lo que en Francia ya se convirtió en una venerable tradición de "nueva" historio grafía, que empezó por rechazar la historia de acontecimientos y regímenes, y fue evolucionando con parámetros cada vez más radicalizados y haciendo un ambicioso análisis de los datos de la experiencia.
En la Edad Media, teoriza Pastoureau, las rayas evocaban asociaciones que estaban decididamente enfrentadas a lo que entonces se consideraba políticamente correcto. Para la mente medieval, la idea de la diversidady las rayas estaban estrechamente relacionadas. Destaca que el latín medieval a menudo usa como sinónimos las palabras "rayado" y "variado", y nos dice que la cultura medieval desaprobaba la variación: "La forma sustantiva de ''varietas'' sirve para designar engaño, maldad y lepra simultáneamente". En la actualidad consideramos que la diversidad es algo deseable y, como consecuencia de ese cambio de valores, el status de las rayas experimentó una revolución.
A pesar de la aparente singularidad del tema que aborda, The Devil''s Cloth (La ropa del Diablo), el libro de Pastoreau, se inscribe en el marco de lo que en Francia ya se convirtió en una venerable tradición de "nueva" historio grafía, que empezó por rechazar la historia de acontecimientos y regímenes, y fue evolucionando con parámetros cada vez más radicalizados y haciendo un ambicioso análisis de los datos de la experiencia.
La investigación de Pastoureau sobre la
epistemología de las rayas es en buena medida parte de esa empresa. A pesar de
su brevedad, llega al meollo de temas como el modo en que percibimos colores
y diseños, y especula de manera interesante sobre si tales percepciones son
naturales o culturales. No cabe duda de que el libro, que es al mismo
tiempo jovial y erudito, va a ejercer su cuota de influencia. Yo,
por ejemplo, nunca volveré a considerar que las rayas son algo inocente o
liviano.
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